JONAS MEKAS (1922-2019)
EFEMÉRIDESDESTELLOS DE BELLEZA
por Rodrigo Buedieman
“Al llegar a Wiesbaden nos detuvieron en la entrada del campo. Se acercó un policía militar, no revisó y pidió ayuda.
-Busquen bien –dijo-. Vean qué hay en las valijas y en los bolsos.
Abren un bolso: libros. Abren otro: libros… Abren las valijas: más libros.
Sacuden la cabeza. No entienden.
-¿Dónde están sus cosas? –pregunta uno.
-No tenemos cosas –decimos.
Señalamos los libros, les decimos que esas son nuestras cosas.
Nos miran como se mira a los locos y vuelven a sacudir la cabeza.
-Está bien, que pasen –dice el policía militar”.
La cita pertenece al diario de viaje “Ningún lugar adonde ir” de Jonas Mekas. Exilio que lo lleva a la ciudad de Nueva York tras huir de Lituania en 1944.
Aunque sea imperceptible, para muchos el mundo ya no será el mismo. La muerte es pura abstracción. No puede tocarse, pero se puede sentir.
Jonas ha dejado de ser materia, la memoria es otra cosa. La naturaleza pertenece al espíritu.
A principio del 2016 le escribí a través de una red social con la intención de realizarle una entrevista. Una hora y once minutos después mi sorpresa era más grande que el cosmos. Nunca sabré con seguridad si era él, pero su cuenta era la oficial. Pocas y amables palabras –querido negrito, no ahora – contáctame en seis meses-. Sí, por alguna misteriosa razón me había respondido. Quizás para perpetuar el obstinado destino que se nos impuso al nacer: estar condenados a transitar la existencia. Nadie como Jonas abrazó la vida como resistencia, y el cine como práctica frente a un mundo en permanente destrucción.
En otro pasaje de su diario de exilio,
“Pasaron muchos años desde aquella época. Ahora estoy en un tren, solo con lo que llevo puesto, sin posesiones y sin un país. Soy un gitano. Soy el judío errante. Soy una persona desplazada. Pero no bailo ni canto”.
Lamento decirte maestro, nada más opuesto, gracias por haberme hecho sentir en movimiento.
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