TRADUCCIONES (1): PAULINE KAEL | Madame de… , Max Ophüls (1953)
DOCUMENTOSMadame De…
por Pauline Kael (del libro I Lost It at the Movies, 1965)
Traducción : Marco Catullo
Corrección: Juan Augusto Gianella
Madame De, una belleza superficial y narcisista, que no tiene mayores sentimientos por su marido que por los regalos que este le hace: ella vende los aros de diamante que él le dio, antes de confesar sus extravagancias y sus deudas. Más tarde, cuando ella se enamora del Barón Donati, él se presenta ante ella con el mismo par de aros y estos se convierten en un “simbolo” de la vida misma. Una vez que ella experimenta el amor, no puede vivir sin él: sacrifica su orgullo y honor para poder usar las joyas. Las acaricia como si fueran partes del cuerpo de su amante. Privada de los aritos y de su amante, enferma… hasta morir.
La tragedia del amor, que comienza con un despreocupado flirteo y pasa de romance a pasión, a desesperación, está irónicamente ambientada en una aristocracia que parece demasiado superficial y sofisticada para tomar el amor trágicamente. Sin embargo la pasión que se desarrolla en esta tonta, vana y indolente sociedad femenina no solo la consume a ella, sino que es suficientemente poderosa como para destruir tres vidas.
La novela y la película no pueden ser mas diferentes: el austero, casi matemático estilo de Louise de Vilmorin se convierte en el marco de referencia, en la lógica debajo del lujo y el tratamiento romántico de Ophüls En La Ronda había utilizado la estructura del argumento de Schnitzler pero cambiando la sustancia de una mirada cínica del sexo hacia el plano donde todas las clases sociales se unen y son niveladas (las enfermedades venéreas se transmiten de una pareja a la otra en este torcido baile circular) en un tratamiento más general de las fallas del amor. Para Ophüls La Ronda se convirtió en el mundo en sí mismo –un carrusel de romance giratorio; de belleza, deseo y pasión; de experiencia y remordimiento. Aunque usa el pase de manos de los aros como motivo del argumento en la misma manera que Louise de Vilmorin lo había hecho en su novela, Ophüls profundiza y amplifica la idea general, creando un mundo con tal circulación que los aros se convierten en el único elemento estable y recurrente, aunque ellos, mientras van de mano en mano, varían su significado a cada paso, hasta convertirse en algo distinto y fatal para Madame De, justamente a consecuencia de la circulación que tuvieron. No es accidental que la película nos recuerde a Maupassant: entre “La Ronda y Madame de, Ophüls ha trabajado (más bien sin éxito) en tres historias de Maupassant que derivaron en el film llamado El Placer.
En estos films anteriores, también trabajó con Danielle Darrieux; quizás estaba ayudando a desarrollar la exquisita sensibilidad que ella le otorga a Madame De, en la mejor actuación de su carrera. Sus poderes de profundización como actriz (una cualidad rara entre las actrices de la gran pantalla, y particularmente rara entre aquellas que comenzaron, como ella, siendo una pequeña “gatita sexy”) la hacen ver más hermosa ahora que en su memorable Mayerling –filmada casi veinte años antes- cuando, también, trabajó junto a Charles Boyer. Las actuaciones de Danielle Darrieux, Charles Boyer y Vittorio de Sica son impecables – un elenco que trabaja con una suavidad que, usualmente se dice, solo es posible lograr con años de trabajo de repertorio.
Sin embargo, viendo el film, las audiencias difícilmente se percatan de las perfomances. Un novelista nos puede atrapar con el fluir de sus palabras; Ophüls nos atrapa con el inquieto fluir de sus imágenes – y debido a que no utiliza tanto los abruptos cortes de “montaje” como los movimientos de cámara, el ritm o deslizante de sus películas es romántico, seductor, y, a veces, casi hipnótico. James Mason bromeando con Ophüls compuso estos versos “Una toma que no requiere las vías, es para el pobre Max una triste agonía” (A shot that does not call for tracks is agony for poor dear Max). El virtuosismo de la técnica de su cámara le permite presentar un material complejo, de muchas capas, a tal velocidad que muchas veces quedamos encantados y deslumbrados por su audacia y difícilmente somos conscientes de cuánto nos está diciendo. No es un ejercicio vacío y decorativo cuando Madame De y el Barón bailan en lo que aparenta ser un movimiento continuo de salón en salón. Cuánto podemos aprender acerca de sus lujosas vidas, de las formas de su sociedad y del cambio de actitudes del uno al otro. Al final, ellos quedan atrapados en la danza, las trampas del romance se convierten en las trampas del amor.
El director se mueve tan rápidamente, que las sugestiones, los sentimientos, deben ser atrapados al vuelo. Ophüls no va a insistir, tampoco va a decirnos nada. Podemos ver a Madame De como una especie de Ana Karenina al revés. Ana obtiene su amor pero encuentra su vida vacía y superficial; la vida de Madame De ha sido tan vacía y superficial que no puede obtener su amor. Ella es destrozada, finalmente, por el hecho de que las mujeres no tienen el mismo sentido del honor que los hombres, tampoco el mismo sentido del orgullo. Cuando, por amor al Barón, irreflexivamente ella miente, ¿cómo podía saber que él tomaría sus mentiras como una prueba de que ella no lo ama realmente? Lo que él cree deshonroso es para ella insignificante. Ella coloca al amor antes que el honor (¿qué mujer no lo hace?) y ni su marido ni su amante pueden perdonarla. Ella no puede deshacer los simples errores que la llevaron a la ruina. La vida sigue avanzando y la cámara se mueve inexorablemente.
La verdadera belleza de Madame De es frecuentemente usada en su contra: el sensual trabajo de cámara, la extraordinaria atmósfera romántica, los vestidos, los bailes, las escaleras, los candelabros, el pulido y epigramático diálogo, la preocupación por el honor, todo esto es usualmente observado como evidencias de la falta de substancia. La reputación de Ophüls ha sufrido de la aversión de los críticos para aceptar a un artista por lo que puede hacer –por lo que ama– y se han esforzado en castigarlo por no ser un tipo diferente de artista. El estilo – un gran estilo personal – es tan raro en el cine que se esperaría que los críticos aplaudan cuando lo ven, pero, en el mundo moderno, el estilo se ha convertido en un blanco, y como el estilo de Ophüls está relacionado con damas encantadoras en relucientes vestidos con decorados de época, los críticos socialmente comprometidos lo han atacado por ser trivial y decadente. Lindsay Anderson, sin causar demasiada sorpresa, lo encuentra “descomprometido, despreocupado de los temas profundos” (El film de Anderson Every Day Except Christmas es claramente comprometido, ¿pero es realmente profundo?) y en su crítica bastante condescendiente de Madame De, publicada en Sight and Sound, sugiere que “un clima menos sofisticado quizás ayudaría, es una lástima que, después de todo, no venga a Inglaterra a realizar una película”. Es un poco como decirle a Boucher o Watteau o a Fragonard que deberían abandonar sus rosados y dedicarse a pintar personajes reales de la clase trabajadora.
La evocación de una elegancia extinta – el nostálgico fin de siecle, la gracia del trabajo de Ophuls – fue quizás, un escenario necesario para los matices del amor, que fueron su tema. Si sus personajes vivieran crudamente, si sus niveles de conciencia no fueran tan elevados, sus emociones tan refinadas, no serian tan vulnerables, ni tan capaces de percibir y expresar sus sentimientos. Quitando el amor del mundo real de la fealdad, incoherencia y vulgaridad, Ophüls fue capaz de destilar las esencias del amor. Quizás él transmite su mirada del amor hacia atrás, a un tiempo idealizado cuando los hombres podían concentrase en el refinamiento de la experiencia humana debido a que en su propio periodo tales delicadas percepciones eran tan remotas como la búsqueda de la perfección por los griegos.
Nacido Max Oppenheimer en Alemania en 1902 (cambio su nombre porque su familia se oponía a su carrera teatral) trabajó como actor y luego dirigió más de 200 obras antes de pasarse al mundo del cine en 1930. Su primer éxito en el cine llegó en 1932 con Liebelei ; debido a que era judío, su nombre fue removido de los créditos. Los años que podrían haber sido los de su madurez artística, fueron en cambio los de una serie de proyectos que no se materializaron o si comenzaron no pudieron ser completados. Se las ingenió para hacer unas pocas películas –en Italia, Francia Holanda–, y se convirtió en ciudadano francés. Tras la caída de Francia, se fue a Suiza, y de ahí a los Estados Unidos, donde, luego de una serie de experiencias humillantes en algunos films como Vendetta, dirigió Carta de una mujer desconocida, Atrapados y The Reckless Moment. En 1950, en Francia, volvió a su propio tipo de material con La Ronda, la huida de Hitler y el caos de la guerra le habían quitado 18 años. Trabajando fervorosamente, con un corazón en mal estado, le quedaban solo unos pocos años – murió en 1957-. No es sorpresa que el maestro de ceremonias de La Ronda diga “J Adore le passe”. El pasado en los films de Ophüls es el periodo justo anterior a su nacimiento. Había muy poco en su propio tiempo por el cual él pudiera sentir nostalgia. Quizás su trabajo de cámara rápido, arremolinado, por el cual es famoso, es una expresión de la evanescencia de toda belleza a la que se abalanzaba y perseguía. Pronto iba a desaparecer.
2 comments
Deja un comentario Cancelar respuesta
Entradas recientes
Comentarios recientes
- Liano en Barry Lyndon | Stanley Kubrick (1975)
- Pablo Citarella en FESTIFREAK 2020 (4): Las poetas visitan a Juana Bignozzi | Laura Citarella, Mercedes Halfon (2019)
- Preston sturges en FESTIFREAK 2020 (2): De la noche a la mañana | Manuel Ferrari (2019)
- Agustín Vazzano en ALTA FIDELIDAD (8): Películas sobre la infancia
- Mariana en El árbol de peras silvestre | Nuri Bilge Ceylan (2018)
Etiquetas
- 2016
- Agnès Varda
- Agustina Comedi
- Alan J. Pakula
- Alta Fidelidad
- Ana Poliak
- Andrei Tarkosvky
- Angela Schanelec
- Carl Th. Dreyer
- Ciclo Grandes Directores
- Ciudadano Welles
- Clint Eastwood
- Damián Coluccio
- David Lynch
- Denis Côté
- Deragh Campbell
- Derek Jarman
- Edgar Allan Poe
- Editorial Caja Negra
- Editorial Entropía
- Editorial Monte Hermoso
- Eloísa Solaas
- Festifreak 2018
- Festifreak 2019
- Festifreak 2020
- Ficunam 2020
- François Truffaut
- Frank Capra
- George Stevens
- Gilberto Pérez
- Grigoriy Chukhray
- Gus Van Sant
- Henry Fonda
- Herk Harvey
- Jacques Demy
- Jacques Tourneur
- Jazmín Carballo
- Jean Epstein
- Jean-Pierre Melville
- Jeanne Moreau
- Jerry Lewis
- Joachim Trier
- Joaquín Maito
- John Cassavetes
- John Ford
- John Huston
- John Waters
- Jonas Mekas
- Jonathan Rosenbaum
- Jules Dassin
- Kenji Mizoguchi
- Kenneth Lonergan
- Krzysztof Kieslowski
- La vida útil
- Léo Bizeul
- Libros de Cine
- Linyeras
- Los Ríos Editorial
- Louis Malle
- Lucrecia Martel
- Luis Buñuel
- Max Ophüls
- Máximo Ciambella
- Michel Piccoli
- Michelangelo Antonioni
- Mikhail Kalatozov
- Nele Wohtlazt
- Nicholas Ray
- Nikita Mikhalkov
- Nuri Bilge Ceylan
- Orson Welles
- Pauline Kael
- Peter Bogdanovich
- Preston Sturges
- Robert Aldrich
- Robert Altman
- Robert Eggers
- Roger Corman
- Samuel Beckett
- Sean Baker
- Sergei M. Eisenstein
- Sofia Bohdanowicz
- Sofia Coppola
- Spike Lee
- Stanley Kubrick
- Terence Davies
- Val Lewton
- Vittorio De Sica
- Walt Curtis
- Werner Herzog
- William Wyler
- Wim Wenders
- Wong Kar Wai
- Woody Allen
Muy bueno! Qué vida increíble la de Max Ophüls. Nuna vi una película de él. Y no sabía que Vittorio De Sica fuera actor también. Qué seres geniales, podían hacerlo todo!
El placer, La Ronda, Lola Montes o Madame De.. todas muy recomendables y las que hizo en Hollywood tambien. Imperdible Ophuls!