ALTA FIDELIDAD (12): Film Noir, parte 2
ALTA FIDELIDADEn las enredadas redes de la gran ciudad
por Mariana Petriella
¿Te metieron en una encrucijada y no tuviste otra salida? Di la verdad, Steve,
¿No te tomaron por el imbécil más grande del mundo? Criss Cross / R. Siodmak.
Durante los años 40 el film noir se expandió entre los directores de Hollywood definiendo su estética y depurando el estilo, sobre todo desarrolló un esquema muy efectivo para sus intenciones narrativas: un hombre desdichado y sin rumbo, hechizado por el encanto de una mujer fatal durante un encuentro signado por el flechazo punzante del deseo, se unen y comienzan a vivir un loco affaire para consumar lo imposible, lo prohibido; y esto los lleva a consecuencias desastrosas para ambos. Tal es su alcance, que surgen películas profundamente influenciadas por su atmósfera y su estética, otras que son sus derivas (como los women’s films, algunas películas de gangsters de la posguerra, los policiales) o se dan interesantes fusiones con otros géneros, como el fantástico o la ciencia ficción (Mil ojos tiene la noche y Bésame mortalmente podrían dar cuenta de esta posibilidad). Como suele suceder en la lógica interna de varios géneros, hacia finales de la década, coincidiendo con un clima de desesperanza, se produce un viraje que conduce al relato noir clásico hacia otros mecanismos narrativos.
Las películas reunidas en este listado se inscriben en ese rumbo: el disparador del relato ya no está determinado por la presencia de la femme fatale, ni por el flechazo amoroso, por lo tanto el deseo que ella despertaba ya no es el motor de la acción. La fantasía que mantenía en vilo al hombre desdichado, se diluye. No hay expectativas en el horizonte de los protagonistas de esta segunda camada de film noirs, están inmersos en un mundo gris que parece sobreponerse al incansable brillo de las luces de neón. El panorama es mucho más amargo sin el fulguroso palpitar de la mujer fatal -hay que decirlo, ella es un imán absoluto y su presencia tiene una potencia difícil de reemplazar-.
Emergen tramas mucho más complejas, cuyas historias se ven entreveradas por varios puntos de vista incorporados a la narración a través de flashbacks de distintos personajes (si bien el flashback es un recurso típico del noir, en este caso se vuelve casi un acto compulsivo para descentrar la narración, además se ve potenciado por su multiplicación y superposición -como ocurre en Perdón, número equivocado, a la que podría describirse como un rompecabezas de flashbacks-).
Por lo general, cuando se inicia la película el personaje principal ya está perdido y nada puede modificar su suerte. En algunos casos puede ser por causas personales, como alguna neurosis, ira, amnesia, una enfermedad mental o un designio fatal que todo lo pone en duda en su mudo tambaleante. Están desposeídos de sí mismos. Leona Stevenson está postrada a causa de una dolencia cardíaca originada en sus inestables emociones (Barbara Stanwyck aporta un intenso dramatismo a su personaje en Perdón, número equivocado), el protagonista de Solo en la noche, padece una amnesia total luego de ir a la guerra y casi enloquece mientras intenta hallar a un extraño amigo que parece haberlo metido en graves problemas durante su ausencia, también a Dixon Steele (Humphrey Bogart), un guionista en pugna con el funcionamiento viciado de Hollywood, su temperamento iracundo lo lleva a cometer actos descontrolados que dificultan las cosas, arruinan sus relaciones y lo relegan a una existencia solitaria.
En otros casos, la desgracia proviene de un funcionamiento desquiciado del mundo, una mecánica maligna que atrapa al personaje en un infierno permanente y sin salida (como un condenado que, sin juicio previo, desconoce las causas de su pena, casi una lógica kafkiana). Bésame mortalmente es una película apasionante y rarísima que desde el comienzo nos muestra cómo el detective Mike Hammer (Ralph Meeker) se va adentrando en una confabulación criminal que parece infinita y nunca termina de descifrar, arriesgando su vida más de una vez. Night and the City muestra la frenética carrera de Harry Fabian (Richard Widmark) por torcer su destino y trocar su mala vida en las calles de Londres al introducirse en el negocio de la lucha libre, pero sus tratos sucios le dan la certeza de que no es más que un hombre muerto. En Los sobornados, el accionar de la mafia junto a la corrupción policial se ciernen sobre el agente Dave Bannion (Glen Ford) destruyendo a su familia y todo aquello que se le acerca. También Leona Stevenson es el blanco de una trama delictiva de la que no podrá evadirse pero que sin embargo, desconoce. ¡Estoy inválida….Estoy sola esta noche! clama desde su cama, sin que nadie pueda acuda a salvarla.
Ocho millones de historias en la ciudad desnuda
“A veces pienso que el mundo no está hecho más que de pies sucios”
The Naked City.
Dentro de esta configuración que marca una variable para la narrativa del género, la ciudad noir se afianza en su potencial asfixiante y demoledor. Cuando no es despiadada como un monstruo devorador de sus habitantes, es indiferente a las calamidades cotidianas (varias películas incluidas en esta lista giran en torno a crímenes de todo tipo, feminicidios y homicidios que ocurren a diario en el anonimato de las calles), también se erige como una cárcel o se torna intrincado laberinto de peligrosas calles.
La ciudad moderna representada como una trampa es un tópico esencial del film noir (probablemente sea fruto de la visión desencantada que de la modernidad tenían sus creadores) y se relaciona directamente con la representación paranoica del mundo recurrente en ciertos noirs (cabe recordar que muchas personas que trabajan en ellos son perseguidas e indexadas en las listas negras, entonces esta representación cobra más sentido aún).
Tanto La ciudad desnuda como Siniestra Obsesión son muy elocuentes al respecto -no olvidemos que Jules Dassin, su director, fue un exiliado debido al mccarthismo y sus ciudades son realmente exasperantes, expulsivas-. Allí, a través de un estilo realista, se ve a Nueva York o a Londres desde una mirada casi documental, que las abarca en sus múltiples caras, diurnas y nocturnas, en muchas de sus faenas y desde todo ángulo posible. “¿Las máquinas y las fábricas no descansan nunca? ¿Un barco jamás se cansa? ¿Sólo las personas son las únicas que se fatigan? La ciudad tiene un pulso que jamás deja de latir. Mientras unos trabajan, otros dan fin a una jornada de relaciones, y hay otros que viven sus últimos instantes” -las líneas pertenecen a La ciudad desnuda-. De este modo una curiosa voz en off, a cargo del productor de la película, introduce la escena del asesinato de una rubia platinada en medio de la densa oscuridad,
Siempre reina un gran desconcierto en los espacios urbanos: las casas, los bares y restaurantes, casinos, clubs de aire tropical como el Blue Gardenia, los cuartos o pasillos de hotel, los cabarets -el londinense The Silver Fox Club, especial para tramar planes nefastos en Siniestra Obsesión-, los despachos de policías, los monstruosos edificios o las tiendas, son lugares que parecen montajes para conservar las apariencias. No denotan calidez como para acoger a sus moradores. Lo que sugieren es la soledad, impregnada en ellos, o la capacidad para ocultar tramoyas, incertidumbres, tristezas o crímenes. Sin importar el lugar, en la ciudad noir siempre se espía, se escucha, se persigue o se es perseguido sin descanso, porque la experiencia en ella está desprovista de un sentido vital -el triste caso de Harry Fabian, un artista sin arte para realizar, en Siniestra Obsesión– o mejor dicho, ella es un mundo absurdo donde nunca se está a salvo y existir es una tarea ardua. Una encrucijada sin salida, como una morada gótica.
La perdición de un hombre siempre es una mujer
¿Cuál es el rol de las mujeres en esta variable noir? Aunque la femme fatale ya no represente la obsesión del hombre, ni su ruina, porque él ya está enfermo, obsesionado, loco o atrapado en una lógica absurda por razones que no van necesariamente unidas a ella, su perdición en varios casos tiene que ver con una mujer. Tres películas en las que sus protagonistas se ven envueltos en complicaciones causadas por mujeres, para mencionar algunos ejemplos: En un lugar solitario, Bésame mortalmente o Mil ojos tiene la noche. Dixon Steele es investigado por el crimen de una joven que lo visita la misma noche en que es asesinada; John Triton predice en sus extrañas e involuntarias visiones, la muerte de una joven y se obsesiona por evitarla, al punto de que muere en su lugar; el detective Mike Hammer entra en una red de locura al investigar el asesinato de una joven que levanta en la ruta en condiciones muy extrañas.
Si la figura de la femme fatale es paradójica y ambigua, capaz de despertar adoración y odio, tan imprevisible como esquemática en sus atributos, ya que no siempre se comporta de la misma manera: algunas veces concuerda con el fantasma masculino y otras se aparta de él, pero siempre es poderosa e irresistible, diríase un oxímoron en sí misma; no menos confusa es la imagen de la mujer que se desprende de este tipo de noirs. Cuando no es objeto de perdición o perversidad, es pura bondad. Desde una ama de casa perfecta (La ciudad desnuda y Los sobornados son excepcionales porque contienen escenas de una vida hogareña feliz -las esposas son capaces de contener el desconsuelo que el mundo degradado imprime a sus maridos, además de llevar las tareas domésticas- una rareza para el género) a una prostituta traidora, una madama con ansias de independencia para los negocios como Helen (Googie Withers), en Siniestra Obsesión, una telefonista despechada, la protagonista de La Gardenia Azul (Anne Baxter), envuelta en un asesinato que no sabe si cometió o no a causa de su brutal borrachera, o una mujer rica, poderosa y desbordada como Leona Stevenson. También está la víctima de la violencia machista (dos noirs –Criss Cross y Human Desire, de Fritz Lang– comparten una escena muy parecida en la que las mujeres descubren con pudor a sus amantes las marcas de sus torsos golpeados). O sea que de la débil a la despiadada, la víctima a la villana, la galería de semblanzas femeninas es como mínimo, tupida. Lo más interesante que cabe preguntarse al respecto es por qué el film noir ha depositado tanto en la figura de la mujer, haciendo de ella no solo un motor de las acciones, sino también un potente símbolo polivalente.
La gran noche americana no tiene orillas
En las películas del segundo film noir no hay mujer fatal, no hay fantasía que valga para hombres o mujeres que se encuentran quebrados, por no decir rotos. La esperanza brilla por su ausencia. Lo que hay en su lugar es una aguda angustia vital que solo puede aumentar hasta su climax, que es la perdición. Esto, en resumidas cuentas, es lo que viene a contar la comunidad de creadores e intelectuales instalados en Hollywood a mediados del siglo pasado, que atravesó un gran aparato perseguidor y represivo -los comités de la censura, luego el mccarthismo-, supo leer con desconfianza y recelo tanto a su propia época, como a las promesas de la modernidad, supo insertarse y aprovechar las ventajas de una industria a la que criticó con agudeza y astucia. Ellos hicieron de la gran ciudad moderna, que es el lugar donde los deseos y pasiones humanas confluyen para consumirse sin cesar, un tópico ineludible, depositaron en la femme fatale una ambivalencia crucial, tanto para movilizar sus relatos como para convertirla en un ícono absoluto del cine. Tal vez la mayor trascendencia de este género camaleónico, capaz de reinventarse y disparar nuevos sentidos a través de los tiempos, sea ejercer esa crítica constante de un universo malsano, en el que se vive una locura sin fin.
La lista de películas seleccionadas correspondientes al Segundo Film Noir:
- (1946) Somewhere in the Night (Solo en la noche, Joseph L. Mankiewicz)
- (1948) Sorry, Wrong Number. (Perdón, número equivocado, Anatole Litvak)
- (1948) Night has a Thousand Eyes (Mil ojos tiene la noche, Jhon Farrow)
- (1948) The Naked City (La ciudad desnuda, Jules Dassin)
- (1949) Criss Cross (El abrazo dela muerte, Robert Siodmak)
- (1950) Night and the city (Siniestra obsesión, Jules Dassin)
- (1950) In a Lonely Place (En un lugar solitario, Nicholas Ray)
- (1953) The Big Heat (Los sobornados, Fritz Lang)
- (1953) The Blue Gardenia (La Gardenia Azul, Fritz Lang)
- (1955) Kiss me Deadly (Bésame mortalmente, Robert Aldrich)
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