LIBROS DE CINE (10): Cassavetes dirige | Michael Ventura
LIBROS DE CINEGOOD BULLSHIT
por Rodrigo Buedieman
Cassavetes dirige (en el rodaje de Love Streams)
Michael Ventura
Editorial Entropía, 324 páginas
Cualquiera individuo que haya tenido la posibilidad de enfrentarse a una película de John Cassavetes, dejando de lado la subjetividad envuelta, puede constatar una teoría: no es posible salir indiferente. Cassavetes es una experiencia que trae consecuencias. Todos quienes de alguna manera tuvimos algún tipo de relación intensa con el cine hemos sufrimos el período Cassavetes. El sufrimiento es más bien una carga indemne que nos posiciona frente a una sospecha, cuesta entender lo que estamos viendo pero nos afecta más que a nada en el mundo.
El libro es un encargo del propio Cassavetes al autor Michael Ventura. La tarea es simple en apariencia, un registro del día a día del rodaje de su próxima película Love Streams, o como se la ha conocido en Argentina, Torrentes de amor.
Un marco en el que hay espacio para que entre todo eso que él no sabe
Los capítulos están divididos en los días de rodaje de la película. Cada uno lleva la fecha y una frase que resume el acontecimiento más importante del día. Y luego cada día está dispuesto en una especie de introducción, nudo y desenlace. En la introducción se detallan las escenas del guion que se filmarán en ese día. Vale aclarar que John Cassavetes siempre ha intentado filmar sus películas en el orden cronológico que dispone el guion, de esa manera le permite una búsqueda in crescendo que los actores/personajes deben ir atravesando hacia el final de la película. La cronología es una indagación de los sentimientos que se necesitan atravesar. En el nudo se describen los acontecimientos del día, qué finalmente se filmó y qué no, cuáles fueron los conflictos y por qué se realizaron cambios en caso de haber existo. El desenlace suele ser la parte más escueta. El autor pormenoriza cuantas tomas se realizaron, cuántos metros de rodaje se gastaron y finalmente qué escenas o cuántos minutos quedaran en el montaje final de lo filmado durante ese día.
Dos de las frases que aparecen con más asiduidad en el desenlace: “Las escenas de hoy van a formar parte del montaje final” y “Nada de lo filmado hoy va a formar parte de la película”. En esa aparente contrariedad se puede entrever que la práctica de Cassavetes más que un hecho en sí mismo, es su ética y su estética. Se suele asociar a sus películas con la improvisación, sería simplificar un poco las cosas. Sí, es verdad, claro que hay improvisación y es muy importante, probablemente fundamental, pero no implica que haya un esquema, un punto de partida y posible lugar al que se desearía llegar. Hay una brecha o un vacío, y ésta es quizás una de las definiciones más hermosas de lo que es un guion, hay una zona indefinida donde tiene que entrar todo aquello que aún no se ha encontrado y debe ser descubierto. El misterio que aún persiste es como Cassavetes lo logra; de eso se trata un poco libro.
Tienen que poder sentir que soy un imbécil
Los textos póstumos de un autor, sus correspondencias o el diario de rodaje cercano a un retrato como este libro, tienen algo de infame. La infamia es un indicativo negativo de la fama, el resultante es un afectado, una degradación del honor civil de una persona. No es tanto el caso, pero es cierto que publicar los entresijos de un ser humano tiene algo de vileza. La morbosidad de nosotros lectores siempre termina por imponerse, y en ese acto vil podemos desmenuzar lo que la gran mayoría es incapaz de realizar, la genialidad de un acto de creación.
La lectura de estos diarios es una literalmente droga, domina ese elemento constituyente y es no querer que los días del diario terminen. Está todo lo que siempre quisimos saber que ya contenía aquel maravilloso libro Cassavetes por Cassavetes junto a Ray Carney. La relación con Gena, con sus colaboradores habituales, técnicos y actores como Seymour Cassel, su proceso de escritura, sus desayunos con vodka y la manera de lidiar un posible último rodaje con una enfermedad terminal. Lo que faltaba para poder acercarnos a aquello que no podemos conocer era un testigo que sea un aliado y desarrolle con sinceridad y cariño un día a día pormenorizado. Cassavetes llevaba adelante un rodaje de la misma manera que comprendía y profesaba su existencia, el amor como la habilidad de no saber. Ventura intenta un imposible que es comprenderlo: “a menos que uno asuma que hay aspectos, honduras, topologías de la persona amada que nunca va a conocer, tocar o siquiera sospechar; a menos que acepte eso no va a amar con verdad, sino apenas a completar los espacios en blanco con sus propias preferencias, son suposiciones”. Si hay un intento es el de aprender a no saber y aún así amar. El rodaje de Torrentes de amor es la búsqueda de ese intento.
Buscar caminos alternativos te ayuda a pensar
A fin de cuenta nunca sabremos si no sabe, si finge no saber o si realmente era un imbécil. Si existía una fórmula, evidentemente funcionaba.
A mitad de rodaje, como una entre tantas, Cassavetes tiene que lidiar con los productores. Una de las exigencias es un registro audiovisual del proceso hoy conocido como backstage (o detrás de escena). Muy receloso de la intromisión en el set de cualquiera a quien no considere un aliado, Cassavetes propone a Michael Ventura, sí, al autor de este libro. La compañía a cargo era Cannon Films, una productora especializada en películas serie B. El propietario Menahem Golan (quien merecería una nota aparte) acepta a regañadientes, en el fondo sabe que no tiene otra alternativa; y sin decirlo el presupuesto es ilimitado. Entiende que si tiene una posibilidad de vender la película, es a partir de ese material. Vale decir que Ventura en su vida había agarrado una cámara.
El resultado final fue una bellísima película titulada I’m almost not Crazy. Ventura cumple aquella máxima de estar en el momento justo y en el tiempo adecuado. No dio uno sino dos documentos que trascienden nuestro tiempo histórico. La palabra complemento pocas veces pueda estar mejor empleada. Un gran ejercicio es ver la película apenas se menciona este hecho en el libro.
Hay una escena donde Cassavetes se encuentra junto a su asistente y supervisora del guion Helen Caldwell, quien lo sigue por todas partes. La cámara tímida intenta a cierta distancia no ser entrometida. Cassavetes sentado con los ojos cerrados asiente y piensa mientras balbucea los diálogos. Helen anota en su cuaderno los cambios. La escena podría ser una síntesis de libro. Ese instante fugaz es una verdad revelada. Creemos que Cassavetes no es un ningún imbécil y realmente no sabe. La fórmula es pensar, solo en el acto de preguntar se puede encontrar una respuesta. Unos minutos después volvemos a la pregunta inicial.
La nota en la heladera
Siempre que he intentado especular qué es o qué define a una persona como artista, recuerdo la anécdota que cuenta Peter Falk en el libro de Carney.
En un momento de su vida, Cassavetes emprendió junto a su troupe la compra o el alquiler de un teatro, no recuerdo con exactitud. El objetivo era que haya función permanente de obras con rotación de actores y que uno pueda entrar en cualquier momento. Previo a la apertura del teatro, Peter Falk cuenta que una noche alrededor de las tres de la mañana volvió en busca de un reloj que se había olvidado. En el baño se encontraba Cassavetes arreglando un inodoro. Quizás parezca un burdo ejemplo, pero es su persistencia a contracorriente de realizar cualquier actividad que lo lleve a concretar aquello que debe hacerse. Ser un artista no es solo ejercer una práctica con oficio o con talento.
En el diario de Love Streams podemos encontrar una infinidad de momentos como éste, donde el ejercicio de realizar una película equivale a respirar. Hay uno en particular en que vale la pena reparar por su belleza. Gena deja una nota en la heladera escrita con su puño y letra. Dice asi:
SI APAGAN ESTA HELADERA POR CUESTIONES DE SONIDO O LO QUE SEA, VUELVAN A PRENDERLA APENAS TERMINEN DE FILMAR. ESTUVO APAGADA TODO EL JUEVES Y EL VIERNES. CUANDO ME DI CUENTA, EL VIERNES A LA NOCHE, YA ERA TODO UN HORROR. ASI QUE POR FAVOR NO SE OLVIDEN.
GENA
El plano de la heladera está en I’m almost not Crazy. Permite vislumbrar apenas algo de lo que hace posible una película de Cassavetes. Es una experiencia donde no importan las formas, siempre es la búsqueda.
Leer este libro es una gran excusa para volver sobre su filmografía, o para quienes nunca hayan visto una película suya. Siempre es necesario volver a Casavetes.
He vuelto muchas veces sobre sus películas, sobre todo en momentos de incertidumbre. Desde aquella primera vez que vi Shadows, Faces o Husbands, continúa el mismo interrogante. Hay cierta desprolijidad, aparecen los trípodes y micrófonos en cámara, y sin embargo, ¿cómo logra la afección?. Es un misterio. Este libro es una aproximación.
Link I’m almost not Crazy :
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