UNA SERENA PASIÓN (A QUIET PASSION), DE TERENCE DAVIES (2016)
ESTRENOS . NOTASSOMOS SOLO HUMANOS, EMILY
por Rodrigo Buedieman
Un estreno como el último film de Terence Davies debería ser la norma en nuestra cartelera nacional. Lamentablemente no lo es. La táctica de mercado que inunda semana a semana es en realidad una regla: la muerte de la excepción. Autos, villanos, superhéroes y una cuota aterradora. Definitivamente el lanzamiento de Una serena pasión no es una excepción, sino más bien una rareza.
Generalmente antes de escribir una nota sobre una película intento pensarla, pasar en limpio algunos conceptos y volver a verla. A veces la película completa, a veces ciertas secuencias o ciertas escenas. Intento tener, en la medida de lo posible, cierta rigurosidad con el objeto al que me enfrento. Sin dudas, un film de Terence Davies no solo lo merece, sino que lo exige. Este no ha sido el caso. Hace unas pocas horas he salido del cine y una sensación de urgencia me exigió esbozar algunas líneas pasionales durante la madrugada.
La película se centra esencialmente en la madurez de la poetisa estadounidense Emily Dickinson. El lapso que abarca desde el fin de su adolescencia, construida a través de una magnífica elipsis, hasta su eventual fallecimiento; donde el reconocimiento de su obra en vida constituye un gran fuera de campo.
En cualquier film de Davies, el espectador tiene garantizado un no-lugar, mejor dicho, un lugar estrictamente cinematográfico, una experiencia que interpela a los sentidos. Ese lugar es un remanente, una reserva que pertenece al intelecto, y una vez atravesada la experiencia, ya no seremos el mismo. He aquí la grandeza del cine.
Una serena pasión no es el mejor film de Davies, basta con revisar The Deep Blue Sea, la magnifica Of Time and the City o cualquiera de la serie de sus primeros films autobiográficos, sin embargo su potencia es indudable. La extensa duración resulta por momentos abrumadora, pero basta con prestar atención a los primeros quince minutos introductorios que culminan con una lectura familiar nocturna a la luz de las velas. Un paneo circular comenzando y terminando en Emily nos muestra a cada integrante de la familia en situación. La madre de Emily le pide a su hija que toque en el piano una de las viejas melodías. Al borde del llanto, la madre deja inconcluso el relato de un joven hombre que iba a su iglesia a cantar y murió cuando solo tenía diecinueve años. La escena contiene la gracia del film. La fe rige como un conjunto de creencias donde el hombre direcciona la curvatura del mundo en su centro sin la confirmación de la experiencia o la razón. Lo que no entra en consideración es que siempre, en algún momento, el interior se manifiesta y la estructura de sentido tambalea. El paso del tiempo nos exterioriza como sujetos vulnerables, pero en simultaneo expone una inocente y sabida verdad: solo somos seres humanos.
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