Nashville | Robert Altman (1975)
CRÍTICASNASHVILLE
por Alejandro Sánchez Moreno
alesanchezmorenolh@gmail.com
Nashville
Robert Altman
USA, 1975, 159 minutos
En el año 2014, Damián Szifron estrenó Relatos Salvajes. Una película coral de seis episodios con actores de vasta trayectoria, tal es el caso de Ricardo Darin, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Érica Rivas, entre otros. Los episodios tienen en común a personas en situaciones límites a punto de explotar. La película recibió grandes elogios y una gran aceptación del público. Sin embargo, en mi opinión, el conjunto de historias caen en un lugar común y no tienen nada de originales. El mejor episodio, el del “justiciero” Bombita, interpretado por Ricardo Darin, que resulta interesante por su idea de justicia más que por sus valores estéticos.
Más de 40 años atrás, Robert Altman lo hizo mucho mejor. En 1975 estrenó Nashville. El nombre de la película hace referencia a la ciudad de Estados Unidos, donde se realiza todos los años un gran festival de música country, música muy popular en la América profunda.
Allí donde Altman no tiene que forzar nada para que los espectadores tengan un retrato de la acidez de la sociedad norteamericana en los años 70, sólo le basta con mostrarnos la vida de todos los personajes durante 5 días. Relatos salvajes nos fuerza ya desde los títulos con una innecesaria acentuación del carácter explosivo o a punto de estallar de sus personajes, poniendo un animal junto al nombre de cada actor en la secuencia de títulos. En Relatos Salvajes todo es artificial, cuando supuestamente el Director pretende contar historias “reales”. Por ejemplo, si bien la película y las historias están situadas en una Buenos Aires actual, nunca vemos las calles de la ciudad y no la reconocemos como tal. Todo lo contrario logra Altman en Nashville, nos muestra sus calles, sus parques, sus rutas, sus hoteles, sus lugares icónicos y aun sin ser de los Estados Unidos, como espectadores reconocemos a la ciudad.
Altman realiza, para su época, una película con un gran contenido de actualidad. En el seguimiento de las vidas de sus personajes, vemos todas las tensiones políticas y sociales de los Estados Unidos de los años 70. En su película están presentes el escándalo político del Watergate, la guerra de Vietnam, el carácter artificial de las campañas políticas, con un candidato, Walker, que nunca lo vemos, la amargura del interior de Norteamérica aferrándose a su cultura conservadora como modo de mantener la identidad. Sin acentuar nada, solo “mostrando”, estos elementos son perfectamente reconocibles para el espectador. Lo contrario sucede en Relatos Salvajes, una película supuestamente de actualidad política.
Pasamos por sus episodios y si bien los temas que tocan son de la realidad, no reconocemos la actualidad política del país.
La película comienza con varios de los personajes llegando al aeropuerto de Nashville. Un trio musical que viene a la ciudad a grabar un disco, una periodista que viene a realizar un documental, un joven con un instrumento musical, una cantante con complicaciones de salud con su esposo, entre otros.
A la salida del Aeropuerto pasa una caravana de autos en una campaña política. Se trata del Partido para el Cambio de un político llamado Walker. Un representante de este partido intentara ganar cantantes con fama a su causa política.
En una segunda escena vemos un estudio de grabación con un cantante de country consagrado, junto a su hijo y esposa, vemos también un grupo de góspel con una cantante blanca.
A la ciudad llega un motociclista que parece salido de Busco mi destino.
Otros personajes son un soldado que ha regresado de Vietnam, una groupie y su tío que quiere que visite en el Hospital a su mujer enferma.
La película seguirá durante cinco días con sus noches a todos estos personajes. Son en total 24 personajes. Sí, 24 personajes. Los vemos en pubs, festivales, en sus casas, hoteles, pensiones, carreras de autos, parques. La genialidad de la historia consiste en que no tiene un argumento preciso y nadie parece ser el o los personajes principales. En varias escenas Altman pone muchos micrófonos a la vez, por lo tanto nosotros escuchamos con la misma nitidez la conversación principal y la conversación secundaria. Esto produce en el espectador una percepción extraña. Se produce una situación de extrañamiento que llama mucho la atención. El espectador no sabe, con esta manipulación de los diálogos, cuál es la conversación principal y cuál la secundaria. De esta manera se produce una desorientación que hace que el espectador tenga que estar sumamente atento. Y de esta manera Altman construye escenas donde todo tiene igual de importancia.
Hay otros momentos destacables donde Altman reúne a todos los personajes. Como la escena del choque en la carretera. Se produce un choque múltiple y todos los protagonistas se van atascando porque la ruta esta obstruida. La escena se destaca por su originalidad. Altman elige para reunir a sus personajes una situación “real”, algo que puede pasar en la realidad. Porque estos personajes, en muchos casos muy distintos entre sí, es muy difícil o imposible que puedan coincidir todos en un bar o en un hotel o en algunas de las viviendas o distintos lugares que muestra la película, de esta manera la escena cobra credibilidad.
Nashville tiene muchos puntos en común con una película de la misma época. Nos referimos a Taxi Driver, la película de Martin Scorsese del año 1976. Si bien narrativamente son dos películas distintas, ambas tienen en común el entrecruzamiento en una ciudad, en Taxi Driver es Nueva York, de las secuelas de la Guerra de Vietnam, la artificialidad de las campañas políticas y fundamentalmente la violencia y desazón que imperan en el país en ese momento.
Quizás en, ambos casos, pueda verse una misma furia expresada de dos formas distintas. El barroquismo visual de Scorsese por un lado, la acidez de Altman por el otro. Son, ambas, documentos de un tiempo de decepción social y de un cine americano al que por esos años le interesaba buscar distintas formas de expresarlo.
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