Gran Torino | Clint Eastwood (2008)
CRÍTICASCabeza de cierre
por Alejandro Sánchez Moreno
alesanchezmorenolh@gmail.com
Gran Torino
Clint Eastwood
USA, 2008, 119 minutos
Mucho se ha escrito sobre las cualidades narrativas del cine de Clint Eastwood. Los primeros minutos de Gran Torino lo confirman. En los primeros planos del film quedan establecidos casi todos los elementos que sirven como presentación y que luego van a echar a andar la historia. Walt Kowalsky acaba de perder a su esposa. Se encuentra en la Iglesia recibiendo los respetos de amigos, conocidos y de su familia. Cuando le toca el turno a sus nietos, la falta de respeto de ellos, en su actitud y su vestimenta, lo sacan de las casillas. No puede disimular su odio y repulsión, casi gruñe como un perro. En una conversación posterior nos enteramos que está alejado de su familia. Sus hijos comentan que hará ahora que se quedó solo y que además vive en el pasado. Luego de la ceremonia en la Iglesia el luto sigue en el hogar de Walt. El joven sacerdote de la comunidad le dice que tiene un encargo de su esposa fallecida, lo tiene que cuidar y lograr su confesión. Nos enteramos también que Walt es veterano de la Guerra de Corea, a través de una escena donde sus nietos pequeños descubren en un viejo baúl fotos de la guerra y una medalla de condecoración. Nos enteramos también que trabajo en La Ford durante cuarenta años y que atesora un Gran Torino que compro en el año 1972, símbolo de un pasado que añora. También nos enteramos a través de la boca de una abuela que vive al lado de su casa que los estadounidenses se están yendo del barrio, que está siendo ocupado por los homng, una comunidad asiática expulsada de Vietnam. Todo esto en doce minutos. Eso es cine.
A partir de este momento comienza la historia. Walt Kowalsky es racista, intolerante y nacionalista. Combina sus insultos a chinos, irlandeses, italianos, negros, mexicanos y un largo etc., con contrapuntos entre gruñidos y escupitajos. También es un hombre atormentado. La Guerra de Corea lo sigue como una marca que no se borra. Lo atormentan las cosas que tuvo que hacer porque se lo ordenaron, pero más lo atormentan las que hizo sin orden alguna. Pareciera que es un hombre sin retorno, que no tiene en su vida salida alguna. Toda su actitud y todas sus acciones lo conducen hacia la muerte, algo que parece que desea.
Pero cuando un joven de la familia vecina, Taho, miembro de la comunidad homng, intentando cumplir con un mandato de iniciación de pandilleros, intenta robar su Gran Torino, se opera lentamente un cambio en Walt. Contra su voluntad primero, la familia del joven insiste en que tiene que pagar el daño que ha hecho por voluntad propia después, Walt se ira convirtiendo en mentor y protector del joven
Las calles de Detroit, otrora paraíso industrial, parecen ahora un páramo desolado y dominado por pandillas más propio de un western, donde la policía y las instituciones no cumplen función alguna. Walt intenta resolver sus problemas y los problemas de otros con sus propios medios. Anda siempre armado, la guerra le “enseñó” que para protegerse no hay que llamar a alguien. Sino que hay que actuar.
Poco a poco y sin darse cuenta va descubriendo que tiene más en común con sus vecinos asiáticos que con su propia familia. El progreso y acercamiento a sus nuevos amigos actúan como una forma de expiación de sus culpas. Se encuentra ahora frente a la posibilidad de atenuar sus tormentos. La vida le ofrece inesperadamente la oportunidad de una redención. Su vida recobra algo de sentido y propósito. La relación con Taho, que sufre discriminación de los pandilleros que rechaza y de algunos miembros de su familia, le reprochan que hace tareas que son de mujeres, va deviniendo en una relación padre/hijo. Walt observa en una ocasión que mientras los demás jóvenes se acercan con naturalidad a las chicas, él está solo y apartado.
En otra ocasión le dice que le va a enseñar como hablan los hombres. Lo lleva a la peluquería de Martin y le pide que observe. Se establece el siguiente dialogo: cuando entran Martin dice perfecto un polaco y un chino, como estas cabrón italiano saluda Walt, engañaste a otro ciego con el vuelto, ¿quién es el nipón pregunta Martin? Walt le pide a Thao que vuelva a entrar y haga como ellos. Taho entra y saluda diciendo que hay viejo cabrón italiano. Así no le dicen. Vuelve a entrar, Hola, necesito un corte de pelo si tiene tiempo, italiano hijo de puta, me duele el culo de tanto trabajar. Es una escena resuelta con humor, en ella Walt intenta enseñar algo a Taho, tal vez no sea la forma correcta o si, quien sabe, pero claramente se establece un aprendizaje. Luego Taho utilizará esta enseñanza cuando Walt le presenta a alguien que le dará trabajo. En las películas de Eastwood hay aprendizajes. No solo Taho está aprendiendo, también Walt comportándose tal vez como el padre que no ha podido ser con sus hijos.
Mucho también se ha escrito sobre el contenido reaccionario de sus películas. Un veterano de la Guerra de Corea, racista e intolerante, no puede ser reivindicado. Pero Eastwood, casi como nadie en la actualidad, pone arriba de la mesa la historia contemporánea de Estados Unidos, con todas sus tensiones y contradicciones. Walt es un veterano de la Guerra, pero no es idealizado, ni mucho menos tratado con gloria. Gran parte de sus tormentos son el recuerdo de la guerra y sobre todo de las muertes de la guerra. Lo mismo sucede con su intolerancia y racismo. Hubiera sido más fácil tal vez, un personaje estereotipado, sin contradicciones en su racismo. Eastwood prefiere retratar al ciudadano estadounidense medio. El racismo en Estados Unidos, aparece así en toda su dimensión. No es imperativo de unos pocos, recorre amplias capas de la población y atraviesa la historia.
Walt es un experto en insultos. Tiene un amplio repertorio. Tiene insultos para cada comunidad. Incluso tiene insultos para las personas que quiere. Al comienzo de la película Walt se refiere a su joven vecino en forma discriminatoria. Su insulto preferido es “cabeza de cierre”. El joven recibe los insultos de manera estoica. Al principio parece que está por salirse de sus casillas. Con el desarrollo de la relación entre ambos, se acostumbra al insulto. Walt nunca dejara de insultarlo. Pero las palabras del inicio, tienen después otro sentido.
El final de la película es un largo plano secuencia, que comienza con Taho manejando el Gran Torino, en el asiento de acompañante esta la perra de Walt. El auto pasa por una calle junto a la costa. Es un día soleado junto al mar. Los autos siguen pasando, es el momento de los créditos de la película. Como fondo se escucha música de jazz. Clint estira la duración de la escena, para que saquemos el pie del acelerador y pensemos con tranquilidad y tiempo en todo lo que hemos visto.
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Muy buena película Alejandro
Y buen comentario de la misma
Un abrazo