Sean Baker (3): The Florida Project (2017)
CRÍTICASHay oro al final del arcoíris
por Mariana Petriella
The Florida Project
Sean Baker
USA, 2017, 111 minutos
Los 400 golpes, Kes, Los olvidados, Ponette, El espíritu de la colmena, Matar a un ruiseñor o Cría cuervos son algunas obras del cine donde la infancia es protagonista y se presenta, sobre todo, como una zona de batallas. Si tuviera que seguir imaginando una lista de películas que hacen latir con fuerza el corazón situándose en la niñez como el lugar más auténtico para iluminar su relato, no podría faltar ahí The Florida Project. Se centra en las andanzas de Moonee, una niña intrépida, junto a su pandilla (en la que nadie sobrepasa los seis o siete años) recorriendo las cercanías de los parques de atracciones turísticas -incluido el enorme complejo turístico de Walt Disney World- en la periferia de Orlando. Comparten vecindad en unos hoteles baratos cuyos nombres parecen emblemas de las tierras de ensueño y fantasías, The Magic Castle y Futureland. También comparten otras cosas: están a cargo de madres solteras o mujeres solas cuya vida consiste en ver cómo se las arreglan para ganar dinero y cuidar de sus hijos, lo cual no resulta sencillo en el contexto aciago de los EEUU de Donald Trump.
Sean Baker (2): Starlet (2012)
CRÍTICASContemplar los márgenes
por Mariana Petriella
Starlet
Sean Baker
USA, 2012, 103 minutos
La preferencia de Sean Baker por las historias que no tienen lugar en las pantallas se expresa de una u otra manera en toda su obra. Su interés por descubrir eso que vive y se desarrolla en la periferia, personas y ámbitos a contrapelo, es una constante que atraviesa sus películas y configura su peculiar gusto propio. Según sus palabras ellas “exploran ese lado contemporáneo de los Estados Unidos que el cine y la televisión no suelen mostrar”. El sentido profundo de esto es que, además de fundar una ética y una estética muy personales para su cine, aparecen nuevos puntos de vista, nuevos ángulos mucho más amplios desde los cuáles podemos situarnos a observar realidades diversas. Eso permite confrontar y cuestionar nuestro propio modo de ver las cosas. ¿Es posible desplazar todos los prejuicios y dejar de juzgar hechos y personas a través de ellos?
Sean Baker (1): Tangerine (2015)
CRÍTICASUn aire fresco en el boulevard de las estrellas
por Mariana Petriella
Tangerine
Sean Baker
USA, 2015, 88 minutos
– El mundo puede ser muy cruel.
– Si, es cruel. Dios me dio un pene. Eso es cruel, no crees?
Alexandra y Sin Dee Rella / Tangerine.
El cine de Sean Baker es fascinante por lo sanguíneo. Podemos imaginar cómo el cineasta se entrevera y circula por esos mundos filmados, los frecuenta e investiga con un método de exploración que recuerda al de un documentalista, hasta lograr un conocimiento intuitivo de ellos y, sobre todo, hasta profesarles una profunda admiración. Al igual que el crítico que se enamora en cierto modo de su objeto mientras lo observa, parece sacar lo mejor de esa zambullida y traducirlo a esa sensación de cierta intimidad, de estar muy cerca de los personajes en cada una de sus películas. Se siente casi como cuando un buen cuento -que para ser bueno, primero tuvo que cautivar con su sustancia al escritor- logra hechizar también a los lectores. El resultado es la capacidad de generar altos niveles de empatía y aperturas en el espectador, que se detiene y mira a esas criaturas, casi siempre al margen, como tal vez no lo había hecho nunca antes: la actriz porno en el caso de Starlet (2012) que interpreta Dree Hemingwuay, las fabulosas chicas de Tangerine (2015) cuya identidad transexual es real y no actuada (ellas no son actrices entrenadas y cabe aclarar que a menudo Sean Baker trabaja con elencos eclécticos, donde hay bastantes roles cubiertos por no profesionales o primerizos) o las inquietas homeless -madre e hija- en The Florida Project (2017). Son sus últimas películas, brillantes, entrañables, cada una a su manera.