ALTA FIDELIDAD (11): Film Noir, parte 1
ALTA FIDELIDADEl dulzor que fascina y el placer que destroza
por Mariana Petriella
“Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó
y viví el tiempo que me amó” In a Lonely Place. Nicholas Ray
Si hay un género capaz de tensar todos los límites, es el film noir. Si hay algo que lo atraviesa de punta a punta es su fuerza transgresora, un afán de poner constantemente en escena todo lo prohibido.
La transgresión comienza cuando arde el deseo, entonces se dispara el relato. Veremos repetirse una y otra vez -con eternas variables- una misma escena: un hombre desconcertado, debilitado por una existencia sin sentido, en un mundo decadente y tormentoso, solo dispone de la fantasía para resguardarse a soñar que todavía puede sentirse un hombre, proyecta entonces su salvación en una mujer, la femme fatale, presencia absoluta y verdadero corazón del film noire. El cruce entre ellos es magnético: la aparición implacable de Phyllis Dietrichson (Bárbara Stanwyck) ante un obnubilado Walter Neff (Fred Mc Murray) en Pacto de sangre, la imagen del “Sueco” (Burt Lancaster) en The Killers, petrificado luego de ver por primera vez a Kitty (Ava Gardner) durante una fiesta nocturna, la escena en la que Cora deja caer su lápiz labial, que llega rodando como una carnada perfecta hasta Frank (Lana Turner y John Garfield) cuando se ven por primera vez en El cartero siempre llama dos veces, son algunos ejemplos de esa omnipresente escena. En cada uno de estos noirs veremos la construcción minuciosa y un encanto particular en torno a ese momento que siempre supone un flechazo definitivo y da inicio a la trama impulsada por el deseo. Luego, la aventura, a través de varias situaciones encadenadas que, por lo general, llevarán a la ruina a sus protagonistas, perdidos en los intrincados laberintos de una ciudad llena de trampas, la ciudad noire. Solo les cabe la derrota (salvo en algunos casos de excepción donde la lógica del happy end interviene, tal vez algo caprichosa, como desenlace).
Interesante revisar las raíces del género. En cuanto a sus precedentes cinematográficos se suele señalar su conexión con el cine criminal -el policial tradicional, las películas de gangsters-, la influencia de Orson Welles o la estética del expresionismo alemán. Habría que ver qué hay de esos aportes, pero para comprender su esquema narrativo conviene considerar otras posibles filiaciones que incluyen, por un lado, un registro culto, la literatura gótica de tradición antigua, originada durante el S. XVIII en Europa; y por otro lado, uno popular, arraigado en la cultura pulp, representado por la literatura hard boiled, consolidada por W. R. Burnett, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James Cain o Cornell Woolrich y comercializada en Norteamérica durante los años 1920 y 1930 para el consumo popular.
Esta confluencia novedosa en las bases del film noir provee de casi todos sus elementos principales al género: un ambiente citadino predominantemente nocturno y turbio (bares de mala muerte, casas de pensión, callejones oscuros, caminos peligrosos en las afueras de la ciudad, hoteles, casinos, clubes nocturnos), los personajes -tanto la mujer fatal como el hombre desgraciado (weak guy) resultan de un juego perfecto de inversión de los roles del tipo duro del realismo sucio y la atormentada chica gótica-, la intriga principal del crimen, la trama de amor en clave de melodrama, el derrotero de aventuras, un final casi siempre desgraciado. Veremos estos elementos en muchas películas realizadas durante un periodo de profusa producción en Hollywood, que abarca desde mediados de la década de los años 40 hasta finales de los años 50, plena Era Dorada del cine norteamericano. Podría pensarse incluso que el noir, en su amplio abanico de variaciones, incluye elementos de varios géneros que la conforman y funciona como un aglutinante fabuloso al reunir incluso los más disímiles (desde el western o el terror hasta el happy end), fusionándolos de manera infalible, dentro de la coherencia propia de su sistema narrativo.
Lo cierto es que escritores, productores, directores, guionistas, actores, actrices, junto a artistas y técnicos con vasta experiencia (iluminadores y camarógrafos, como el genial Nicholas Musuraca) trabajaron con gran inventiva propia, dotaron de altos niveles de perfección al estilo noir para satisfacer la exigencia narrativa antes descripta y se involucraron con sus creaciones en estos proyectos siempre audaces, porque lo desafiaban todo: claro que lidiar y quebrar a la censura imperante fue una lucha común para muchos de ellos (más cuando las condiciones iban empeorando hacia 1950, mientras las listas negras se engrosaban en Hollywood, las posibilidades para filmar se veían aún más reducidas, los riesgos de persecución aumentaban).
También es audaz la visión que introduce el film noir, decisivamente crítica respecto de la sociedad norteamericana (y de Hollywood en particular). Tal vez por ello sea exitosa la sociedad muy frecuente entre los directores extranjeros (migrantes de Europa: Fritz Lang, Otto Preminger, Billy Wilder, Charles Vidor, Robert Siodmak, Jacques Tourneur) con productores y guionistas neoyorquinos, como si esas miradas de personas foráneas a Hollywood pudieran captar la sensibilidad extrañada de los escritores (The Killers se basa en el famoso cuento de Hemingway y la adaptación dirigida por Robert Siodmak atravesada por esa mirada crítica, implacable, supera ampliamente a la que dirigió Don Siegel en 1964, que pasa sin pena ni gloria)
Una nota aparte merece el personaje de la femme fatale. Al contexto complejo de post guerra en el cual se inscribe la creación asidua de películas noirs, hay quienes añaden una crisis de la masculinidad, del orden patriarcal típico de la época. Esta idea contribuye a explicar el surgimiento de esta figura de gran dimensión para el cine y la cultura. Aparece con una fuerza impensable, se erige dejando minimizada la imagen del tipo duro popularizada por diversos estereotipos durante la década de los años 30. Y supera toda expectativa, porque esta mujer representa como nunca antes se había mostrado el deseo y la transgresión del orden establecido. Sus atributos son la seducción y la autodeterminación. De ahí se derivan múltiples matices, pero siempre es irresistible a la mirada de los hombres, es la tentación absoluta personificada: ella concentra la atención, logra disponer y manejarlo todo a su antojo. Nunca antes se había visto una mujer así configurada, ni aún en la literatura que inspira a los directores de noirs, ya que las heroínas de James Cain o Raymond Chandler parecen alcanzar su máximo esplendor y potencia irreverente en el cine, superando a los personajes originales de las novelas.
En la mujer fatal del film noir se congregan varios puntos de significación y tensión, ello explica su densidad como ícono, su influencia permanente en el cine, su reconfiguración en el cine Neo-noir. Varias actrices que en esos momentos iniciaban su carrera, se despegaron del modelo de actriz estrella promovido por el star system, entrenada por los estudios, para encarnar a la femme fatale. Sus movimientos, sus atavíos, su dominio de los impulsos para alcanzar una actuación medida, lograron perpetrar el hechizo a través de la pantalla. Lana Turner, Joan Benett, Ava Gardner, Gene Tierney, Ella Raines, Rita Hayworth, Claire Trevor, Bárbara Stanwyck, Jane Greer, por mencionar solamente a las protagonistas de los films de este listado, deslumbran solo con su presencia. El espectacular baile del guante en Gilda, la presencia glacial de Phyllis, el ingenuo encanto de Laura, la belleza despiadada e inmortalizada en el retrato de Alice Reed o de Kitty en La mujer del cuadro o Perversidad; y sobre todo la capacidad artera de todas ellas, es perdurable en sus caracterizaciones sumamente inspiradoras, míticas.
El universo ficcional del film noir no solo refleja el mundo real, el entorno del cual nace, sino que contiene otros mundos posibles, tanto su aire pesimista como su esquema narrativo tal como se lo ha señalado, tienden puentes de referencia a la vida en las metrópolis modernas y posmodernas, verdaderas trampas para hombres desahuciados y mujeres obstinadas en busca de su libertad, cuyas vidas se ven inevitablemente perturbadas. Es un terreno fértil para seguir elaborando relatos sobre el presente, sobre el futuro, incluso es atemporal, como bien podría serlo un cuento kafkiano o cualquier mito.
Las películas reunidas en esta lista proponen un sucinto recorrido por la primera etapa del film noir. Luego de 1947, hacia el final de la década, cuando las condiciones de producción se vieron modificadas por el clima de persecución política y desesperanza generalizada, se demarcaría una segunda etapa dentro del género, caracterizada por tramas muy retorcidas y una visión del mundo aún más desolada, donde la incidencia de la mujer fatal ya no es condición necesaria para desencadenar el relato y la alienación del protagonista casi siempre es producto de algún designio fatal. Sería el objetivo de un nuevo listado buscar algunos títulos para reseñar esta segunda etapa.
La lista completa de películas correspondientes al Primer Film Noir:
- (1944) Phantom Lady (La dama fantasma, Robert Siodmak)
- (1944) Double Indemnity (Pacto de sangre, Billy Wilder)
- (1945) Scarlett Street (Perversidad, Fritz Lang)
- (1944) Murder, My Sweet (El enigma del collar, Edward Dmytryk)
- 1944) The Postman Always Rings Twice (El cartero siempre llama dos veces, Tay Garnett)
- (1944) Laura (Otto Preminger)
- (1944) The Woman in the Window (La mujer del cuadro, Fritz Lang)
- ((1946) Gilda (Charles Vidor)
- (1946) The Killers (Los asesinos, Robert Siodmak)
- (1947) Out of the Past (Retorno al pasado, Jacques Tourneur)
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