MALA NOCHE: GUS VAN SANT | WALT CURTIS
CINE | LITERATURAVOLVER AL ORIGEN
por Rodrigo Buedieman
Mala Noche
Gus Van Sant
Estados Unidos, 1986, 78 minutos
Mala Noche
Walt Curtis
Editorial Caja Negra, 224 páginas
En ciertos momentos, titubear ante el absurdo y abrazar la fe debería ser la consecuencia más lógica. Hay veces que ciertas cosas se presenten en el momento oportuno. Unos pocos días después no hubiesen tenido el mismo efecto. Le presencia del evento inesperado permite la duda.
Hace unas semanas vi la amable última película de Gus Van Sant, No te preocupes, no irá lejos (Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot, 2018), y me preguntaba qué había sido de aquel realizador libre y continuador de la contracultura beatnik norteamericana. Alguien que demostraba que franquear los límites de filmar dentro de la industria con cierta independencia era posible. Entre Drugstore Cowboy (1989) y Mi mundo privado (1991), y el giro que lleva a Todo por un sueño (1995) y En busca del destino (1997), se podía reconocer la presencia de un cineasta. Afirmación de cierta condición de la existencia que el cine aún debe poner en discusión. Su trilogía Elephant (2003), Last Days (2005) y Paranoid Park (2007), no hicieron más que confirmarlo.
Apenas terminé de ver su última película, era indefectible no pensar en una regresión luego de la inexplicable The Seas of Trees (2015) o la humanista Promised Land (2012). Regresión en tanto falta de invariables que evidencien la presencia de una visión.
Al día siguiente leo en la redes el lanzamiento del libro Mala Noche de Walt Curtis, editado por Caja Negra, que sirvió de base para la opera prima de Gus Van Sant y lleva por nombre el mismo título. Por alguna misteriosa razón es la única película que hasta ese momento no había visto del cineasta. El libro y la película eran una buena excusa para para revisar su obra. Por fortuna, Walt Curtis escribe sus andanzas sexuales con algunos inmigrantes masculinos mexicanos durante la década del ’70, y nunca fue una opción abrazar la fe.
La película es realmente admirable, probablemente porque el libro de Walt Curtis no sea un gran libro, pero con seguridad porque Gus Van Sant entiende que la traspolación del deseo sexual a imágenes no es necesariamente el detalle pormenorizado del acto sexual. La libido puede al mismo tiempo ser el deseo como el aparato represor de una sociedad en un momento determinado de la historia. El calzón cagado de Walt Curtis es la condición sine qua non de la victimización del sujeto, el de Gus Van Sant es solo un detalle dentro de un engranaje.
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